DE LA TACAÑERÍA
- Javier Figuero
- 2 jun 2016
- 2 Min. de lectura
En Edimburgo vi un día a dos mendigos muy juntos que pedían dinero en una calle principal. Con las cabezas tapadas por un solo trapo negro con agujeros preparados para facilitarles la visión, el primero llevaba colgado un cartel del cuello que decía: "Soy feo". El del compañero, esto: "Yo también". Pregunté: "Y por qué un solo trapo?". "Los escoceses somos muy tacaños", contestó uno de ellos, "seguro que se lo han advertido por ahí". Me lo habían advertido. Y, para estar a la altura de los personajes, solté cinco peniques en la caja común de los pedigüeños; eso si. haciendo mucho ruido, para que se notara.
Mr. Hosie era, hasta hace días, el número dos del Partido Nacional Escocés, a más de miembro del Parlamento británico. Ha tenido que dimitir de sus cargos porque, casado y padre de familia, se le ha descubierto una amante. Las sociedades anglosajonas son implacables con los asuntos de bragueta. La mala de la película era una bloggera inglesa que complementaba sus escasos ingresos con los réditos del amor, no creo que vote a favor del brexit. Su amor se lo daba al tiempo a otro parlamentario de la misma minoría nacionalista, que, como el colega, pudiera haber utilizado fondos públicos para financiárselo.
Pero a mi no me gusta la solución que se ha dado al caso. El poliamor bien podría haber sido considerado ahora como un gesto de respeto a la colectividad. Entre dos diputados, el sexo de pago sale mucho más barato. O es que los escoceses han perdido el sentido del ahorro? No es lo que intuí en la experiencia con aquellos mendigos.
© Javier Figuero
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