LA TETA
- Javier Figuero
- 5 dic 2016
- 2 Min. de lectura
Hiperactivos como eran, los dioses no sólo crearon el universo, también el arte, que es su sublimación, y la palabra, sin la que nada existiría. Esto fue un esfuerzo terrible, pues, si Dios hizo aquello en seis días, se tardó mil años en compilar su legado, la Biblia, libro de libros. "Al principio era la palabra", mantiene en su pórtico el evangelio de San Juan, que la identifica con el propio Dios de los judíos. Así, el arte representa a una y otro, porque son lo mismo, aunque se manifiesten en tiempos distintos, misterios de lo insondable. En Metapintura, la actual exposición ocasional del Museo del Prado, se nos dice que, a más de evangelista y médico, san Lucas fue el primer pintor de la humanidad, para mayor gloria divina, claro. Tampoco la cultura grecorromana se distingue en esto de la hebrea y, en la exposición, topamos con Prometeo, que robó el fuego sagrado para animar la escultura que fabricara; a Narciso, que vio su cara reflejada en el agua, el lienzo; o a Dédalo, que asistió a la caída de su hijo Ícaro al vacío, donde apenas le sostuvieron las alas que él mismo ideara: He ahí el primer documental cinematográfico. Sonoro, porque suponemos que el padre no permanecería callado ante la tragedia. En Grecia la palabra también son los dioses, pues todo nace con Homero, con sus gestas; incluso ellos.
Como buen gestor de empresa, el Dios de Israel delega su motivación artística en la Virgen y, quizá por eso, los más machos de nosotros siguen sospechando de la virilidad del artista varón. En los casos más entrañables, se sirve esta de su leche para insuflar el aliento artístico y nace así la representación de la Virgen de la Leche. En la exposición que refiero, el fraile/pintor recibe en boca un chorro de la teta divina de casi dos metros de recorrido en un cuadro de Alonso Cano, algo fuera de lógica, a no ser que el religioso gustase del lácteo templadito.
En San Agustín, Florida, he conocido la capilla de Nuestra Señora de la Leche y Buen Parto construida por los conquistadores españoles, donde peregrinan creyentes para pedir salud y lucidez para sus hijos por nacer. Como en imágenes similares, la Virgen amamanta ante los feligreses. No deja de ser curioso que siglos después de la consolidación del mito, haya gente que se escandalice cuando una mujer saca su teta en público para dar de mamar a su hijo o la muestra en las redes sociales. A mí siempre me ha gustado mucho mamar, nunca perdí la esperanza de ser un artista.
© Javier Figuero
Foto: © Adán Pucel
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