MAPAMUNDI
- Javier Figuero
- 26 ene 2017
- 1 Min. de lectura
Viajo por tu cuerpo con el pasaporte grana de la pasión entre los dientes.
Esa pierna tuya que me cae más próxima es la Pampa argentina y, cuando la acaricio, no sé si dices muuu, como las vacas, o mua, porque me besas. Tu acento es una perversión del castellano. La otra es la sabana africana y ruges como el león cuando la toco.
En un talón te descubro el Himalaya, por eso sé muy bien que lo del Yeti es una historia para crédulos.
En el frío de tu codo diestro llevas las coordenadas del Mont Blanc y mi aliento lo derrite en invierno, soy tu cambio climático. Soy el nadador de fondo que recorre el Danubio entre tus senos, el único ocupante de la barcaza de Tom Sawyer en el Mississippi que fluye de tu sexo.
Sí, sé muy bien que admiras mi condición de aventurero y que, de viaje por tu cuerpo, adivinas los riesgos que me corro, pero quisiera confesarte algo:
Te he mentido al respecto, amada mía, no soy Indiana Jones. Es más, para llegar hasta tu casa en el tranvía he tenido que tomarme un par de tubos de Biodramina.
© Javier Figuero.
Foto: © Adán Pucel
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