PURA GEOMETRÍA
- Javier Figuero
- 9 feb 2017
- 1 Min. de lectura
Se va por la tangente, ya no quiere esperar. Aquel día dijiste que el próximo domingo iríais a bailar.
Pasaron veinte años, o quizá son cuarenta. Tuviste tres maridos. De macarras y amantes, no sabrías contar.
Escapas de la curva, te quieres distanciar.
Fue mercenario en guerras sin causa ni moral,
frutero en Covent Garden, gigolo en Montreal y chapero en San Pedro. Pero a tal ejemplar un día le dijiste que el próximo domingo iríais a bailar.
Personajes del círculo de una vida coral, en los puntos extremos del diámetro oral, una fuerza centrípeta les podría acercar.
Se encuentran en la pista de manera casual,
tú con una pareja con tatuajes
de tinta hasta el tránsito anal.
Y en la sala de fiestas, bajo dintel a cal, los pechos de la de él parecen mariposas que fueran a volar. Pero, con todo en contra, sin nada que ganar, se han mirado a los ojos en plena oscuridad.
Y se han reconocido, sin que
sea el momento de hacerlo evidenciar.
Del centro de la circunferencia de la vida real, son vértices de radios que no confluirán, como el canon de Euclides nos lo diera a mamar. Ya no cabe esperar, se va él por la tangente;
escapas de la curva, te quieres distanciar.
Las copas se levantan cruzando las miradas.
Os bebéis los recuerdos. No os vais a saludar.
Aunque un día os dijisteis que
el próximo domingo iríais a bailar.
© Javier Figuero
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