Solo
- Javier Figuero
- 1 abr 2017
- 1 Min. de lectura
Decidieron compartir la vida, pero una noche descubrió un pelo en la sopa y se fue a comprar tabaco.
Agotarían juntos la existencia, pero aquel sábado le dolió la cabeza cuando tocaba follar y partió para siempre las peras.
Serían el uno para el otro, pero una mañana dejó abierta la pasta de dientes y cambió sin tardanza de nido.
Revivirían a Romeo y Julieta, pero no pudo soportar que a ella le gustara Tele 5 y salió con viento fresco de Verona.
Se dijeron “contigo pan y cebolla”, pero le vio doblar las páginas para señalizar en los libros la lectura y aquí paz y después Gloria.
Hoy, en la edad que adivina el final, no echa de menos a sus parejas. La mayoría se porta bien con él y le hacen llegar verdinas con rabas y tartas de cereza. En su piso de cinco habitaciones y tres baños está muy a gusto solo. Porque, como dijo Napoleón en Santa Elena, “el buey suelto, bien se lame”.
© Javier Figuero
Foto: © teomoreno.com
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