DE MIS ADICCIONES
- Javier Figuero
- 17 abr 2017
- 1 Min. de lectura
El mono del despertar lo calmo con un telediario. O me inyecto El País. Acaso otro tabloide… Paso del Tropoxan y los Opioides: Trump, Iglesias, Mas, Rajoy, Maduro, Evo…Mi dosis de vulgaridad, y como nuevo.
Las mañanas son duras, me vuelve la ansiedad. Entonces todo vale: combatir por Alepo, criticar a Erdogan, chupar Lorazepam… Pero me voy al Prado a ver el Mantegna. Soy de buen conformar.
Impelido de arritmias me dispongo a almorzar en el local más plácido que pudiera encontrar. “No, no, nada de ácido” –le digo a ese camello-, tampoco cocaína…El Éxtasis me llega a lomos de lubina.
A caballo la tarde me trae la paranoia y me inhalo aquel libro que nunca tiene fin. De la mano de Proust, acaso de Céline… No me sienta el Hachís. Tampoco el Dimaprit.
Tu llegada a la casa marca el tiempo lectivo. Me posee la euforia y el cerebro lo siento en modo psicoactivo. Frugales, quizá tópicos, cenamos un caldito que resulta vital. Nada de Neotrópicos ni Secubarbital.
En la cama, mi vida, la jornada culmina. Siento la presión alta… ¿Quizá Dimetoxifeniletilamina, tal vez la Pimozida?... La visión de tus pechos dilatan mis pupilas, como si fuese el sol… Pienso en Butaclamol.
Pero te amo y te amo y te amo… ¡Ya no sé los que van!.. No, cariño, lo juro, no tomé Metorfán. ¡Tomaría Afranil, si llegase a los mil!.. Aminoalkilinoides, Benzodiapezina, acaso Oxipaxina…
“Tuyo es todo mi amor”. Valora que lo digo en pleno subidón…
© Javier Figuero
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