YO ME LLAMO...
- Javier Figuero
- 27 ene 2018
- 1 Min. de lectura
Perdone, señorita, mi osadía,
causa, sin duda, del aburrimiento,
no presumo que entienda lo que siento,
la culpa es al fin mía y solo mía.
Disfruté del amor, muchos amores,
mimos, atenciones y amistades
que me dieron placer y adversidades.
De todo hubo, de todos los colores.
He viajado los cinco continentes,
conversado con sabios y asesinos,
bebí de los mejores vinos
y compartí miseria de otras gentes.
Me senté en despachos de estadistas
y reyes; frecuenté marginados,
enfermos de cordura y sanos alocados,
esclavos del sistema y extremistas.
Mas, perdone, señorita, este relato
que puede ser verdad o acaso un cuento…
No es una exculpación, no es un lamento;
no soy acosador ni un mentecato.
¡Pero resulta tan difícil resolver la vida,
añadirle pasión, humor, distancia a cada cosa…
Y la veo tan joven, tan hermosa
en su vulgar rutina sin salida!
Hágame caso, no suba a ese autobús
que sabe bien que va a ninguna parte.
Apueste únicamente por lo insólito, aparte
lo común, queme su bonobús.
Vuele, tiéntese bien la espalda,
descúbrase las alas,
vístase con sus mejores galas
y acepte complaciente esta guirnalda
que le entrego al avanzar mi viaje.
Lo mío ya no importa,
la distancia se acorta.
Recuérdeme, si acaso la distraje,
mientras vuela. Luego, si de camino a casa
yo encontrara otra joven tan hermosa
le contaría una verdad, un cuento, cualquier cosa.
A mi edad se torna la vergüenza lasa…
De este su servidor, disponga por entero.
Pero… advierto ahora que no me he presentado,
temo haber resultado indelicado.
Yo me llamo Javier… Javier Figuero.
© Javier Figuero
facebook.com/javier.figuero.autor/
Retrato: José Lucas

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