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LA RENTRÉE CATALANA (consideraciones de un optimista)

1. La aportación de los dirigentes del independentismo catalán al arte de la guerra podría crear escuela, he ahí los desesperados subsaharíamos abriéndose paso a España trás sus heces. De hecho, las obras completas de Torra bien podría titularse “Mis cagadas”. Bueno, o “Mi lucha”, basta leerle unas líneas para advertir lo estreñido que es con la palabra. 2. Para las de Puigdemont propongo “Je suis plus stupide qu’eux”, en francés, claro, vehículo de su nueva gesta. Criado cerca de Francia, sabe del respeto intelectual que esta guarda a los belgas, los tontos en sus chistes. Fiado de eso, quiso engañar a la judicatura del país de acogida con una burda mentira que cuestionaba la integridad del juez Llaneras. Descubierto, queda como el más tonto de la película; pobre tipo… 3. Acosado por una realidad hostil, el independentismo catalán apuesta a la mentira. Con insuficiente base social, desasistido por el empresariado, náufrago en el mundo, implora la lástima de otras naciones con un victimismo que solo encuentra amparo en nacionalismos fracasados. 4. Mientras, la fractura social conseguida en el interior desenmascara un proceso que dijo pacífico. En Cataluña la violencia es el respaldo del simbolismo separatista. Sus matones están en la calle amparados en el grupo. Más allá está la policía política de los iluminados, que ven el espacio público en amarillo como los enfermos de xantopsia, trastorno de la visión que consiste en percibir la realidad con ese falso color.

5. Con el amarillo se obligó en otra época a los judíos a identificarse y, en la Cataluña de ahora, identifica a los separatistas, a los que temen parecer otra cosa y a parroquias con respaldo de sus jerarquías, una nueva muestra del accidentalismo vergonzoso de la Iglesia, siempre a merced de los vientos, lleven estos al paraíso golpista en uno u otro país o al culo de los niños. Si algún día conviniera pedir perdón, se procedería sin rubor. Anticlerical por tantas razones, ese clero que se aprovecha del inexplicable beneficio que le siguen concediendo las sociedades actuales, me resulta estomagante. En las fachadas de las fincas que dicen de Dios ponen banderas insurgentes y lazos amarillos, como otros fascistas de infausto recuerdo pusieron sus símbolos y nombres de sus caídos.

6. “Dulce esposo y redención, / pues por vuestra me ofrecí, / ¿qué mandáis hacer de mí?”, pedía Santa Teresa a su Dios. Los místicos eran otros iluminados, pero el que tenían les inspiró versos memorables. Cualquier día conoceremos la poética a Puigdemont de los curillas atentos a sus órdenes. De la que apenas se oye hablar ya es de aquella ridícula monja de origen argentino, connivente con lo mismo, que se decía enamorada de Artur Más. Ni este ni sus correligionarios debieron darle mucho crédito pues intentaron hacer creer que Teresa era catalana. Y, puestos a hacer descojonar al personal, dijeron eso de Cervantes, aunque el manco ha perdido interés entre ellos tras la irrupción rutilante de Quim Monzo, ese graciosillo, panegirista del tipejo que reventó recientemente el tabique nasal de una mujer cuando retiraba en la calle lazos amarillos y a la que sugirió sustituirlo por uno de platino, como Fran Sinatra, y tentar su suerte. 7. Desde el despacho del perro de Puigdemont en la sede de la Generalitat, la estrategia de Torra es la pelea callejera y la mentira, la intimidación del contrario y la tergiversación. Torra recuerda al pistolero del malo de los westerns; es hosco y sabe que la renovación del contrato pasa por la defensa incondicional del amo, que le compensa con una caricia ocasional en el lomo. Dice admirar a Churchill, siendo, en realidad, Attlee, su sucesor como premier británico, del que el inefable Winston dijo la mayor crueldad que cabe decir de otro: “De un coche vacío, baja Attlee”. 8. “Sangre, sudor y lágrimas”, Esa fue la promesa de Churchill a los británicos cuando pretendía ganar su guerra. Especular sobre el lado desde el que Torra la hubiera hecho, sería anacrónico. Quizá por ser “nada”, ha decidido adornarse con la mítica belicista. Su enemigo es el Estado español y llama a los suyos a combatirlo. Así, estimula a los radicales, temeroso de ser rebasado por ellos; es el guiñol de Puigdemont y, pese a sus brutales insultos contra los españoles, solo ha conseguido que estos le sientan antes como “bocazas”, que como un verdadero peligro. 9. El peligro para el Estado español no es a la postre Torra, Puigdemont, sus mentiras o sus brigadas de la violencia; el peligro está dentro. Escrito hace 2500 años por el general Sun Tzu, en El Arte de la Guerra, el mejor libro de estrategia de todos los tiempos que inspirara a Napoleón, Maquiavelo o Mao Tse Tung, se dice que la misma se basa en el engaño, con el que se podría, por ejemplo, dividir al enemigo. Identificado este en el bloque constitucionalista, aquellos genios han sabido cultivar, para dividirlo, el ansia de poder de Pedro Sánchez, del que, personalmente, esperaría políticas inaplazables para España, pero que, atado de pies y manos por el nacionalismo catalán, lo veo devorado a corto plazo entre sus fauces. La ambigüedad operativa de sus socios del Partido Socialista Catalán en una realidad dividida en dos, mostrará aún más la ineficacia de su estrategia de “deshielo”.

10. Explorar un camino de entendimiento es loable, pero se llega inevitablemente a su final. La conmemoración de la Diada, la evocación de aquel esperpento de referéndum del 1-0 o de esa otra muestra del género que fue la proclamación de la República Catalana en un “sí”, pero” no”, tensarán la cuerda al límite de lo soportable; eso lo saben hasta los chinos, sin que sean necesariamente generales. Y están las rectificaciones del gobierno de la nación en “asuntos de Estado” (affaire Llaneras, mejor en francés), los intentos de apropiación por parte de la Generalitat de la seguridad y orden público en la comunidad autónoma que representa por delegación del Estado español… El “deshielo” no parece probable en un clima de fuego.

11. Pero busquemos el lado positivo. Contra lo que sucede con otras tragedias del pasado, ahora se está a tiempo de hacer un buen Museo de la Memoria de la Cataluña actual. De momento, el local no parece que deba ser espectacular, una capillita con lazo amarillo en la fachada, quizás… ¡Con que entren los esparadrapos utilizados, tabiques nasales sustituidos, algunas fotos (mejor sin manipular) y el mausoleo de Puigdemont con el perro, parece, de momento, suficiente. Y, si la cosa va en aumento, ya se ocuparán los que saben de localizar mejor emplazamiento.

© Javier Figuero

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Foto: © teomoreno.com

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