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LA ESPAÑA DE LA RABIA

1. La breve gobernanza que cierra Sánchez con la convocatoria de elecciones generales ha resultado un auténtico éxito. Para él, claro. Llegó a la Moncloa sin apenas identidad política, un paracaidista peligroso para buena parte de los propios camaradas que no entendieron su alianza estratégica con el separatismo catalán y el soporte político del terrorismo vasco ante su exigua realidad parlamentaria. Hoy no renuncia a prolongar su cuento de hadas.


2. En la Sinopsis de su denostado Manual de Resistencia que acaba de ver la luz se destaca que “uno tras otro, los lugares comunes de nuestra vida política han sido derribados por un hombre: Pedro Sánchez”. Refiere al hecho de que hiciera triunfar una moción de censura parlamentaria y de que recuperara la Secretaría General del PSOE por el respaldo de la militancia tras ser expulsado del liderazgo. Logros insólitos, sin duda, que dejan corto su merecimiento. Sánchez ha sido presidente de Gobierno, no ya sin ganar una elección, incluso hundiendo progresivamente el monto electoral de su partido; es autor de un libro que no ha escrito y doctor en Economía gracias a una tesis sobre la que se ciernen sombras de plagio. Un elegido de los dioses.


3. Por eso, por serlo (o parecerlo) empiezo a pensar que le hemos pedido demasiado. Supo encelarnos cuando era líder de una modesta oposición, pero ya se encargó su vicepresidenta, la taciturna Carmen Calvo, en aclarar que una cosa era el Sánchez aspirante y otra el Sánchez presidente. Respecto a aquel, este se ha quedado en muy poco. Falta de “tiempo”, lamentan, “esa materia deleznable”, que diría Borges.


4. Ignoradas buena parte de sus promesas, en lucha contra el tiempo, Sánchez mantiene aún la de exhumar el cadáver de Franco, pero, lo que tampoco emprendió seriamente cuando mareaba la perdiz, ya no parece a su alcance. Todo indica que habrá de conformarse con exhumar hasta la tumba de la política a compañeros críticos como Soraya Rodríguez o Barreda, lo que hizo en su día con Madina o hará, si tiene ocasión, con Page o Lambán. Los versos libres del PSOE, como Alfonso Guerra, no están a su alcance, hay muertos que siguen muy vivos.


5. Con las elecciones generales de abril Sánchez vuelve a “derribar” otro de los “lugares comunes de nuestra vida política”. Por primera vez, estas no se dirimirán en la tradicional antinomia derecha/izquierda, sino en cesión/ley ante el separatismo catalán; constitucionalismo o laxitud en la interpretación del orden decidido por todos. Se quiera o no y con algún otro añadido (inmigración), esa fue la partida que se jugó en las últimas elecciones autonómicas y será la nueva experiencia. No dudo que Sánchez sabía las consecuencias del apoyo de los separatistas catalanes a su gobernanza, no le tengo por tonto. Pero una cosa es hacer que su perrita le coma en la mano y otra domesticar al irredentismo excluyente. Lo ha formulado en El País el profesor de Filosofía Política y conspicuo socialista Ramón Vargas-Machuca: “en Andalucía, la derecha se ha valido de una mala y agreste compañía para gobernar. Pero algunos de quienes prestan apoyo a Sánchez para seguir gobernando son, si cabe, aún menos recomendables. Con golpistas, separatistas y Bildu, uno solo puede aproximarse a las puertas del infierno”.


6. Tardà, diputado de Ezquerra Republicana de Cataluña no es hombre de disimulos. “Lo teníamos en la mano” (es decir, en el infierno), ha dicho revelando que las conversaciones entre el gobierno y el separatismo parecían conducir a un referéndum pactado en Cataluña y a la excarcelación de sus presos. Pero, “cobarde” Sánchez frente a los constitucionalistas, a su decir, terminó con el idilio. Dudoso negocio para los de la estelada. Sabedor de que tenía que pagar prenda, Sánchez hubiera podido darles lo que tenía a mano: el indulto de aquellos tras el juicio al que les someten. Personalmente no tengo duda de que hubiera sido la decisión de Moncloa y, desde mi insignificancia y por razones entre las que se impondría el gesto (quizá inútil) a la convivencia, lo hubiera deseado. Muy poco, en todo caso, para Waterloo.


7. En el paisaje de su momentánea derrota, Puigdemont ha encontrado su propio cuento de hadas. Ser rey en el exilio es una forma de serlo. No es hombre de sutilezas, como Junqueras, que, pese a su superior fisonomía centroeuropea, dice amar a España y los españoles, opone lo moral a lo inmoral y cree en Dios. Es el buen ladrón que se inmoló por la causa quedándose donde le obligaba; aquel es el malo por su huida vergonzante. Su legatario Torra es un tipo despreciable y su dialéctica del odio y de matoncillo de “saloon” le convierte en uno de esos personajes de novela del Oeste que el lector no entregado disfruta cuando se lo comen los cuervos. Llegó a la política con una cartera de seguros domésticos bajo el brazo y dentro no había otra cosa.


8. Por desgracia no parece haber mucho más en la de otros líderes políticos del momento. O yo estoy ciego para verlo a izquierda y a derecha. Riñen sin carisma ni convicción la histórica pelea tribal de España. Son ya 80 años de la muerte de Antonio Machado en el trágico exilio de Colliure, aquel profeta del alborear de la “España de la rabia y de la idea” al que probablemente algunos no asistiremos ya. Con esas palabras titulé un día para la editorial Plaza & Janés un libro que buscaba la raíz de la desesperanza respecto a su patria de los grandes hombres del 98, Machado, naturalmente, entre ellos. Quizá por eso y ante el aniversario, un joven colega de la Agencia EFE me pedía estos días una breve impresión ante la última fotografía conocida del poeta. Imagen trágica donde queden, dije que lo era de la indignidad de un pueblo del que somos, también, hijos indignos.


9. Es mentira que el tiempo lo curé todo, hay enfermos incurables. Fatalismo, nihilismo, qué se yo… Nunca sabremos cuándo se “jodió” España. Ni siquiera podremos pensar ya que fue la caída del meteorito lo que termino con este dinosaurio, la nueva ciencia se empeña en desmentirlo. Cuando de aquí a miles de años alguien encuentre su esqueleto en una capa profunda de la tierra, no habrá que descartar la muerte por veneno propio. “Rabia”, antes que “idea”, contra la esperanza de Machado.


10. No sé, quizá debería reconducir mi pesimismo… Lo intentaré: quiero creer que cuando Pepu Hernández llegue a la alcaldía de Madrid cambiara la prensa deportiva por la internacional en la mesa de su despacho. No todo está perdido; “al loro”, que dijo otro famoso alcalde socialista de Madrid.


© javierfiguero.com

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