NOTAS DEL ESTÍO Y EL HASTÍO
- Javier Figuero
- 7 jul 2019
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1. A tres meses de las elecciones generales llega al fin la sesión de investidura a la presidencia del Gobierno. Más allá de su exigua mayoría, el candidato Sánchez va al Congreso con un solo voto externo de apoyo negociado confesable, el del PRC, que lo cambia por un tren, y con los previsibles negociados inconfesos de Unidas Podemos y de los independentistas, que los cambiarían por altos cargos institucionales o indultos, en el menor de los casos. El zoco español de la política es un espacio fascinante y evitar el bloqueo de la gobernación es un ejercicio para mercaderes.
2. Pasquino, Santori, Huntington… los grandes teóricos modernos de la Ciencia Política palidecerían de envidia ante los hallazgos patrios de última hornada: “gobierno de cooperación” (oferta de Sánchez a Iglesias), “partidos zombis”, apoyo de gobiernos vergonzantes que se escandalizan en público de su olor a sulfuro (VOX, en los que participa Ciudadanos; Bildu o los independentistas catalanes en algunos de los que consigue el PSOE). Las explicaciones, cuando les implica, de la ministra Portavoz en funciones (“Depender es una cosa y que te voten, es otra” …), sedimentan el alto nivel teórico del invento.
3. No tengo dotes para adelantar el futuro, pero tampoco se lo concedo a ellos. Creo, sin embargo, que el ocaso del bipartidismo ha sido el sueño de una noche de verano. Señuelo de bisagra para conformar opciones accidentalistas de signos distintos, Rivera lleva a Ciudadanos al precipicio de su incongruencia, donde se puede ser una cosa y la contraria, mientras Iglesias insiste en Podemos con un caudillismo que lo hace desunido (o desunida). Apenas llegaron para “regenerar” y ya habría que regenerar la regeneración.
4. ¡Joder que tropa! Entre “la ultraderecha cobarde”, “la ultraderechita cobarde”, “los sinvergüenzas, acojonados y lameculos”, “los felones” y otras muchas especies del bestiario que manejan nuestros asuntos, la política española queda a la espera de un entomólogo riguroso, con material `para emular la Historia de los Animales de Aristóteles de Estagira o la Historia Natural de Plinio el Viejo. Ya no sea por España, cosa menor al fin, sea por la Ciencia.
5. Y la Iglesia jodiendo la marrana, como siempre, y el Estado español tragándose sus hostias consagradas, como siempre. Ese Nuncio repugnante que se permite inmiscuirse en asuntos internos en favor de un pasado que lacera aún nuestro presente; esa voz oportunista de la vicepresidenta del Gobierno en funciones que amenaza con lo que debiera ser logro, la normalización fiscal de los bienes de la Iglesia, cuya legalidad, además, bien podría ser reconsiderada… ¡Esa anormalidad de cielo y tierra!
6. Nunca he dado crédito a lo suprahumano y detesto a los que lo comercian. ¿Nuncio?.. ¿Qué coño es eso? Ah, sí, el representante de una multinacional protegida por un omnímodo poder material y de agitación, algo así como las grandes tecnológicas norteamericanas. El tipo sirve a “un mandato superior”, como ese otro ser repugnante llamado Torra que, desde un cargo de representación del Estado español, se jacta, con tales palabras, ante el juez que le investiga por negarse a retirar los lazos amarillos de los edificios públicos en periodo electoral, una de sus muchas felonías que confío le lleve a la inhabilitación.
7. La suerte es que, para defendernos de ellas, la España de hoy cuenta con instituciones acreditadas como las Fuerzas de Seguridad y la Justicia. No cuestionaré aquellas porque haya sido detenido por pertenecer a banda organizada de narcotraficantes el jefe de seguridad de la policía judicial de la Guardia Civil de Algeciras, quizá el punto más sensible de la entrada de droga en el país. Todos somos humanos, incluso de uniforme, o así dicen quienes intentan normalizar el suceso. De uniforme o de toga. Y no cuestionaré a esta, aunque tampoco resulta gratificante que la Fiscalía Anticorrupción denuncie “abrumadoras muestras de conductas irregulares” en la juez que instruye el caso de los EREs de Andalucía y derivados, su actividad dilatoria protegería la posible corrupción del partido político que nos gobierna en funciones y está llamado a gobernarnos. Pero, todos somos humanos, ya digo.
8. Bueno, todos no. Pese a la suerte final de los que componen la conocida “de Pamplona”, se multiplican las violaciones por el país a jóvenes indefensas por parte de “manadas” cobardes y, más que de la justicia de primera instancia, su castigo depende de la capacidad agitadora de feministas que, en la carencia de un corpus legal adaptado a la situación, son capaces de movilizar a la sociedad para forzar una justicia “plebiscitaria”. Aprovechando las fiestas del orgullo, el ministro del Interior en funciones ha recordado con acierto que los del colectivo LGTBI son “derechos humanos”. Como lo son las de las mujeres (y hombres) a su sexualidad o la de las personas que desean morir en amparo. Derechos que sin las leyes reguladoras y protectoras son papel mojado.
9. Y me fijo lo local. Balance lógico de lo bueno y de lo malo, los responsables del nuevo consistorio madrileño empiezan su tarea destrozando lo primero de la hoja de resultados de Carmena. Por fortuna, un juez sale en defensa del Madrid Central y confío en que un auto posterior ponga a picar al nuevo regidor en los incontables socavones con que el anterior equipo dirigido por aquella se ha despedido de la capital. Para escándalo de los ciudadanos, los ediles de otras capitales españolas inician mandato aplicándose subidas desproporcionadas de sueldo. No habrá jueces para avergonzar a tanto desaprensivo.
10. En fin, no ignoraréis el dato: ningún país, salvo Chequia, tiene tanto calvo como España. Fiables estadísticas mantienen que el 42,6% de los españoles sufre alopecia, apenas dos décimas menos que los checos. Me falta conocimiento de la realidad de aquel país (kafkiana, quizás, con el mayor derecho), pero reconoceréis que la propia explica muy bien la verdad de nuestros cráneos.
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