SIN DIOS
- Javier Figuero
- 11 oct 2019
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Si en el universo “no hay sitio para Dios”, como razona uno de los científicos que acaban de ser distinguidos con el Nobel de Física (Michel Mayor. El País, 9/10/2019), el descubrimiento ha de tener consecuencias, no podemos seguir volviendo la espalda a la ciencia por satisfacer a esos lobbys llamados iglesias. Por ejemplo, habría que revisar el concepto de lugar sagrado, aun protegiendo, cuando corresponda, la inviolabilidad de los que dicen serlo, como de cualquier bien privado. Y habría que revisar con criterio más excluyentes las inmatriculaciones (pillajes) de las iglesias realizadas sobre la base del carácter sagrado del lugar, pues lo sagrado refiere a una divinidad, de la que no hay testimonio en el universo. Y, por igual razón, revisar el carácter punitivo de la blasfemia, que es injuria contra la divinidad. De momento, los abogados de encausados por el cuestionable delito harían bien en pedir que se incluyera en los sumarios las declaraciones del sabio Michel Mayor. A la luz de su contundente revelación, a falta de divinidad, la ley divina que contamina la humana sería una falacia, aunque haya sido pesadilla para muchos. A más, recordar que nuestro ordenamiento jurídico no reconoce la costumbre contra legem. En fin, que, feligrés de la ciencia como soy, a mi entender, las procesadas por procesionar en Sevilla con la Virgen del Coño debieran superar el trance sin otra secuela que el juicio estético que su paseo pudiera haber dejado en la sociedad, un asunto sobre el que la ciencia no se ha pronunciado hasta el presente.
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