MAFALDA Y YO
- javierfiguero
- 3 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Como yo también he estado enamorado de Mafalda, con el fallecimiento de Quino, su creador, la recuerdo con esta frase suya, que al pelo me viene para iniciar el texto: “Quiero felicitar a los que conducen la política. Así que espero que, alguna vez, haya motivos”. Ciudadano tan ejemplar, por mi parte nada desearía más; estar enamorado es estar en sintonía.
Creo que uno de los (miles) peores males de los políticos españoles es su falta de capacidad para adelantarse a los que amenazan el país, aunque estos sean tan evidentes que hasta ellos mismos podrían verlos si no estuvieran mirándose el ombligo. No hablo del futuro, que es una palabra demasiado poética para que puedan interpretarla, refiero al mañana, a lo inmediato; no a lo que huele sino a lo que hiede. Pongo un ejemplo oportunista: era evidente que le pandemia se guardaba una segunda ola que azotaría con brutalidad a la población, pero el que manda prefirió irse a jugar con su flotador entre las de su playa preferida, de modo que el bronceado que lució a la vuelta era un corte de mangas a las exigencias de lo inevitable. Quizá le pidió a alguna caracola que las cosas fueran diferentes, pero, meses después de la desescalada, no hay médicos suficientes, los hospitales están al borde del colapso y la legislación que hubiera sido necesaria para abordar el asunto desde otras instancias brilla por su ausencia. Lo de pasar la pelotita a otros puede ser divertido al lado del mar; desde la gobernanza, es un juego macabro cuando a los otros les quema asimismo las manos.
Curiosamente, una de las primeras decisiones de este gobierno fue la creación de una Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País, iniciativa que califico de seductora, pues soy hombre reflexivo y me da que para elegir el futuro hay que partir del diagnóstico del presente. Y curioso, por lo que sé de esas oficinas en los países occidentales que la modernidad nos obliga a mirar: hay un Commissaire Général de la Stratégie et de la Prospective en Francia, un Horizon Scanning Programme Team en Gran Bretaña y un Europeanm Political Strategy Centre en Bruselas. Pero lo más fascinante de todo es que son instituciones que sirven a sus fines. ¿Alguien sabe que ha hecho la nuestra; de su balance, en tiempos donde su voz debiera oírse como un grito, dado el acojono general? … Pero no esperaré las respuestas jugando con las olas en la playa; no soy gobernante, quiero colaborar. Daré una idea a la institución que expongo a lomos de la más rabiosa actualidad, que dicen algunos de mis colegas periodistas.
Acuciados una vez más por el reloj, gobierno y fuerzas sindicales han acordado la prolongación de los ERTEs en el último minuto, cuando el culo de cientos de miles de trabajadores olía literalmente a pólvora. Bien, reconozco el esfuerzo. Pero más lo haría si los representantes siguieran en la mesa de negociación resolviendo los ERTEs de nuevos sectores que entraran inevitablemente un día en necesidad. Por ejemplo, ¿qué va a ser de los diseñadores y fabricantes de mascarillas cuando acabe la pesadilla? A nadie se le oculta que ha nacido toda una industria que las fabrica de tela reutilizables, caducas, lavables, de neopreno al 92% de protección, de tejido hidrófugo, transparentes, con logos para satisfacer cualquier ideología o fetichismo, con perlitas, brocados, encajes, caras rosas sonrientes, llamas, angelitos, donuts… ¿Vamos a dejar tirado a los trabajadores del sector cuando llegue la vacuna? … ¿Por qué a la de la cultura sí y no a la industria de la mascarilla? ¿No quedamos en que no íbamos a dejar a nadie atrás? … En suma, ¿No deberíamos de estar negociando ya lo inevitable? ¡Prospectiva, ya digo!
De verdad, Mafalda, mi amor, yo también quisiera felicitar a los que conducen la política, pero es que no hay modo …
© Javier Figuero
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